top of page

La ruta de la seda

La ruta de la seda fue la ruta más importante de la antigüedad, ya que consiguió unir a muchísimos pueblos entre China y Europa a través del comercio. En esta ruta no solo se intercambiaban bienes, sino también arte, ciencia, cultura, ideas, moda e incluso religión. En realidad, el término ruta de la seda no se acuñó hasta el año 1877 por un geógrafo e historiador alemán. La seda le dió el nombre a la ruta porque era el producto que se consideraba de mayor valor, preciado para los romanos y cuyo secreto de elaboración estaba en China.

Origen y extensión

 

Se cree que esta ruta comercial tiene sus orígenes en el año 100 a. C., y fue el principal canal internacional de comercio hasta el año 1500.

La seda partía de China hacia el oeste, mientras que el oro, la plata o la lana lo hacían en sentido contrario.

 

Todo comenzó cuando se abrió el comercio entre Europa y el Lejano Oriente durante la dinastía Han (la segunda dinastía imperial de China desde el año 206 a. C.), aunque el transporte de bienes y servicios podía haber sido incluso anterior.  

 

Los comerciantes con sus camellos partían desde Xian, el punto más oriental de la ruta, hacia el oeste, a través del corredor de Gansu, una franja de tierra fértil que se extendía más de 800 km. El siguiente tramo de la ruta de la seda cruzaba una de las extensiones más inhóspitas del mundo, la cuenca de Tarim. Esta región, con más de 1500 km de largo y 750 de ancho, está toda rodeada de montañas, que se elevan a más de 6000 m de altura, excepto por un lado, el este, por el que limita con el desierto del Gobi. En el centro de la cuenca del Tarim se extiende el desierto de Taklimakan, de dunas altas y movedizas, que a lo largo de los siglos ha enterrado ciudades enteras.

 

Esta zona estaba habitada por mongoles, turcos, iraníes y chinos. Los viajantes de
la ruta de la seda podían rodear el Taklimakan bien por el norte o por el sur, aunque en cualquiera de los dos casos el trayecto era arriesgado, debido a las temperaturas extremas y a los remolinos y tormentas de arena.

 

Gansu y corredor de Hexi

Por el camino del sur era posible llegar a la India, atravesando la cordillera de Karakorum. En la ciudad de Kashgar, a los pies de las montañas del Pamir,  se encontraban los caminos del Norte y del Sur, y marcaba el punto medio en la ruta. Cuando las caravanas de la ruta de la seda llegaban a esta zona, tenían que cruzar las montañas por uno de los pasos elevados. El camino a menudo consistía en estrechos salientes rocosos sobre altos precipicios completamente inclinados y frecuentemente afectados por tormentas, avalanchas de nieve y desprendimientos de rocas.

Después de atravesar los pasos nevados de las montañas del Pamir, la ruta continuaba por el norte de Afganistán, Uzbekistán y Turkmenistán, al sur del mar de Aral. La ruta atravesaba aquí una tierra agradable de campos verdes y huertos.

Muchas caravanas comerciaban con productos originarios de la India, por lo que utilizaban un camino hacia el sur que partía de la ciudad de Bactra. Hubo un tiempo en que esta ciudad tuvo una actividad comercial tan grande como grandes ciudades del mundo como Roma o Bagdad, pero cuando crecieron en importancia las rutas por mar, el comercio terreste fue desapareciendo y con ello la riqueza de Bactra.

 

En el norte, el recorrido principal de la ruta de la seda pasaba ahora por Samarcanda (ubicada en la actual Uzbekistán). Desde aquí, la ruta de la seda se dividía otra vez: la ruta del norte iba hasta Trevisonda, en el Mar Negro, y la sur desciendía hacia las fértiles tierras de Mesopotamia, bañadas por los ríos Tigris y Eufrates.

 

Después de llegar a Mesopotamia, la ruta continuaba hacia el noroeste, bordeando el desierto sirio, antes de dividirse de nuevo en varias rutas alternativas. Alguna de estas se dirigía hacia el norte, a través de Turquía hasta Constantinopla (ahora Estambul), capital oriental del Imperio Romano desde el año 330. Otras se dispersaban hacia algunos puertos de la costa este del Mediterráneo.

Extensión

 Su extensión es difícil de establecer, ya que a la ruta principal (que pasaba por el desierto de Taklamaklan, escalaba el Palmir que se extiende por Afganistán, China, Kirguistán y Pakistán, y continuaba por el Levante y atravesaba el mar Mediterráneo hasta llegar a Constantinopla), se le unían múltiples rutas secundarias. Una de ellas era el gran camino de India, o la ruta del incienso, que partía del sur de Arabia.

Otra de estas rutas era la ruta de la estepa euroasiática, que cruzaba Asia central a través de las extensas tierras esteparias del norte.

Pero por lo general, se considera que la ruta de la seda podía abarcar no menos de 8000 kilómetros.

 

 

Peligros

El comercio a lo largo de la ruta de la seda estaba sujeto a interrupciones a causa de las guerras y contiendas, pero incluso en tiempos de paz, era un camino difícil para el transporte de mercancías. Las tormentas de arena, el calor abrasador o los hielos, la difícil geografía con extensos desiertos o cordilleras montañosas, sin contar con las constantes amenazas de los bandidos, eran algunos de los peligros a los que se enfrentaban las caravanas y los mercaderes. A menudo, determinados grupos sociales o tribus se especializaban en zonas concretas del camino. Por ejemplo, el extremo oriental de la ruta estaba controlado por tribus nómadas del imperio chino como los yeu, que vendían sus productos a mercaderes de Asia Central como los sogdianos en los alrededores de la actual ciudad de Samarcanda. Los mercaderes de Asia Central vendían sus bienes hacia el oeste, a los iraníes o directamente a los europeos por la estepa euroasiática. Los iraníes, a su vez, comerciaban con los sirios, judíos y griegos. Al igual que los sogdianos, los griegos eran comerciantes expertos y tenían extensas conexiones comerciales.

Lengua y religión

 

Durante muchos siglos, el griego y el iraní fueron lenguas comerciales en la ruta de la seda. La creciente influencia de los turcos a través del norte de Asia, que culminó con la conquista del Imperio Bizantino griego por los otomanos en el siglo XV, hizo que su lengua predominara en la ruta de la seda.

 

La religión era muy importante en las vidas de los comerciantes, por lo cual se erigieron capillas a lo largo de la ruta de la seda, donde se ofrecían oraciones para tener un viaje satisfactorio. China conoció el cristianismo a través de esta ruta que partía desde Xian, la antigua capital del imperio chino, y en sentido contrario, también se difundió el budismo.

 

A comienzos del siglo VII el profeta Mahoma predicaba una nueva religión, el islam, a los árabes de las zonas centro y sur de Arabia. Al morir en el año 632 dejó organizada una comunidad de musulmanes que llevaron su mensaje al mundo. En el año 641, los ejércitos árabes musulmanes arrasaron Oriente Medio y capturaron el puerto egipcio de Alejandría. Comenzó así una conquista que hizo que, en el año 710, su imperio abarcara desde España hasta las montañas del Pamir en Asia central, y convirtiendo al islam a los pueblos conquistados.

 

 

Control de la ruta

 Pocos comerciantes atravesaban la ruta entera, y, en su lugar, las mercancías pasaban por distintos mercaderes a lo largo de la ruta, convergiendo en distintos puntos del camino. Es así como se desarrollaron muchas ciudades en torno a estos puntos, y con ello, el desarrollo de servicios para atender a las caravanas y los comerciantes (mercados, posadas, vías públicas para agilizar el transporte, el intercambio y el almacenamiento de las mercancías, etc).

 

Poco después de la conquista de Roma sobre Egipto en el año 30 a. C. el comercio floreció a una escala sin precedentes. El Imperio Romano heredó las rutas comerciales orientales, que formaban parte de la Ruta de la Seda, fruto de las potencias helenísticas anteriores. Con el control de estas rutas, los ciudadanos del imperio romano consiguieron no solo la seda y otros lujos, sino también mayor prosperidad.

 

Entre los siglos I y II, cuatro imperios dominaron la ruta: el Romano en el oeste (Europa), el Parto y el Cusita en el centro de Asia y el chino en el este, bajo la dinastía Han. Roma, como capital del Imperio Romano, se convirtió en un lujosa y sofisticada ciudad, importando productos de muchas partes. Entre ellos, la seda china causó sensación entre los romanos, que no habían visto nunca un material tan fino. Las prendas de seda se pusieron de moda entre la aristocracia, de modo que la demanda superó a la oferta. El arte de la fabricación de la seda era casi desconocido en occidente, lo que hizo que se dispararon los precios al tener que ser importada. Bajo la dinastía Han los chinos mantuvieron en secreto sus conocimientos sobre este arte.

 

Entre los siglos III y VII, los sasánidas y los sogdianos dominaron la ruta central de Asia, mientras que la parte occidental de la ruta seguía dominada por los romanos y el este por China. Pero había ya signos de decadencia de estos imperios. Por ejemplo, durante el siglo III, el poderío de la dinastía Han se debilitó debido a las inundaciones, a la escasez de alimentos y a los continuos ataques de los hunos por el norte. El Imperio Romano también comenzaba a debilitarse. Los costes de sus lujos orientales y la manutención de su enorme ejército habían hecho tambalear su economía.

 

A partir del año 330, el emperador Constantino traslada la capital del Imperio Romano a Constantinopla, situada a la salida del Mar Negro, acosado por los ataques de los bárbaros del norte de Europa y Asia y con un imperio casi en la bancarrota.

 

En los siglos siguientes los romanos perdieron el control de sus territorios en el norte de África y Europa occidental y el nuevo imperio pasó a llamarse Imperio Bizantino.

Arte sasánida, Naqsh e Rostam (Iran)

 

Por otra parte, en el centro de Asia también los partos y los cusitas perdieron su hegemonía frente a los sasánidas. El gobierno de los sasánidas mantuvo un rígido control del comercio, imponiendo altos impuestos a todos los productos que pasaban por sus tierras para llegar al Imperio Bizantino. Hacia el este, los sasánidas compartieron el papel de intermediarios con los sogdianos, una tribu de la región de

Samarcanda que se había levantado frente a los cusitas. Junto a los sasánidas, los sogdianos desarrollaron su actividad mercantil hasta más allá de Asia central, estableciendo comunidades en el lado norte de la cuenca del Tarim, ayudados por sus sofisticados conocimientos sobre las técnicas de irrigación.

 

La ruta cambió su dominio hacia el siglo VII con el asentamiento del Imperio Arabe, que limitó el poder del Imperio Bizantino en Oriente medio. Ocurrió esto aprovechando la debilidad de los imperios bizantino y sasánida, que se habían enzarzado en una serie de devastadoras guerras. Con la muerte de Mahoma en el año 632, el fervor religioso de los árabes musulmanes les hizo extender su dominio y adueñarse de gran parte de los imperios sasánida y bizantino. A finales del siglo VII habían conseguido el control de la Ruta de la Seda desde el Mediterráneo hasta las montañas del Pamir, y antes de acabar el siglo, el ejército islámico incluso derrotó a las fuerzas chinas al este de Samarcanda. Capturaron a un gran número de artesanos chinos, entre ellos trabajadores de la seda, y desde aquí los conocimientos de sus técnicas se fueron extendiendo hacia el oeste.
 

 

La religión que llevaron los árabes, el islam, fue el foco del desarrollo cultural en los países de Asia central y occidental durante los siguientes siglos.

 

El periodo comprendido entre los siglos X y XIII supuso el florecimiento de la civilización islámica en Oriente Medio y Asia central, construyéndose bellísimas mezquitas, tumbas y palacios.

 

Sin embargo, en gran parte de Asia, pero especialmente al norte, en la región de la estepa, muchas tribus nómadas, que habían dado guerreros tan temibles como los hunos, se agruparon para formar una gran potencia militar, los mongoles, que al mando de Genghis Khan, lograron controlar casi por completo la ruta de la seda entre los años 1260 y 1368. Aprovecharon el hecho de que el imperio chino se había dividido en dos bajo las dinastías Song y Yuan, y los musulmanes también se habían dividido en regiones. El poderoso ejército de jinetes mongoles de Genghis Khan llevó a cabo una de las campañas más violentas que se han librado en el mundo, y el Imperio Mongol se extendió en poco tiempo por toda China y hasta Afganistán, Oriente Medio y extendiéndose por Europa hasta Polonia. La llamada pax mongólica, sin embargo, fomentó el florecimiento del comercio entre Oriente y Occidente y contribuyó en gran medida al empuje de civilizaciones sucesivas, desde China hasta India y Europa.

Genghis Khan combatiendo a sus enemigos, miniatura s. XIV (Biblioteca Nacional, Paris)

 

En Occidente, Europa emergía por esta época de la Edad Media. Ciudades como Venecia y Génova habían fomentado vías comerciales a través del Mediterráneo y pretendían extender sus influencias hacia el este. Con esta intención, el Papa Inocencio IV envió un emisario, el fraile Carpini, desde Roma para formar una alianza con los mongoles paganos y convertirlos al cristianismo, protegiendo así a Europa de la expansión mongola.  La misión no tuvo éxito, pero el emisario regresó a Roma y le contó al Papa que había notado signos de fraccionamiento entre los mongoles.

 

Es hacia esta época, en que la mayoría de Asia está bajo el poder mongol y el comercio europeo se encuentra en plena expansión, que el más famoso de los viajeros europeos, Marco Polo, realiza un viaje hacia el este, partiendo de Venecia con su padre y su tío en 1271. Habían sido realmente el padre y el tío de Marco Polo quienes ya habían viajado anteriormente hacia China en busca de negocios y habían contactado con el jefe de los mongoles, que nunca antes había visto a un latino. Marco Polo nos ha dejado una descripción detallada de sus aventuras durante los 9000 km de su viaje a China. Tomó la Ruta de la Seda desde Turquía, bajó por el golfo Pérsico hasta Ormuz y subió hasta Balj (Bactra), desde donde atravesó las montañas del Pamir hasta tomar la ruta sur, rodeando la cuenca del Tarim hasta China. Los Polo llegaron a la corte China tres años después de su partida de Europa, y allí sirvieron durante 16 años, regresando a Venecia por mar, rodeando la India hasta el golfo Pérsico.

 

Caravana de Marco Polo, Atlas Catalán, 1375

 

En el siglo XIV cae el Imperio Mongol, empujado por las Cruzadas comenzadas en el siglo XI para conquistar los lugares santos cristianos en Tierra Santa.

 

En el año 1453, en pleno siglo XV, cae Constantinopla y con ello el Imperio Bizantino, debido al avance del ejército musulmán turco. Los comerciantes musulmanes dirigieron entonces el comercio que quedaba y este fue disminuyendo.

 

Durante el siglo XV el conocimiento clásico preservado en las bibliotecas bizantinas, sasánidas y árabes empezó a causar impacto en Europa, dando comienzo a un periodo cultural denominado Renacimiento. Se hicieron grandes descubrimientos en la ciencia, entre ellos el hecho de que la tierra era redonda, lo que llevó a las potencias europeas a intentar buscar nuevas rutas comerciales hacia el este. En este siglo, y sobre todo, en el siguiente, el siglo XVI, con las exploraciones europeas por mar, decae la Ruta de la Seda.

FUENTE: Este artículo es una contribución de la autora Natacha Sanz Caballero.

bottom of page